Por:
Víctor
Y. Torres López
Hoy
se cumplen 25 años de la muerte de Luis Donaldo Colosio Murrieta, un político
de extracción priista, quien fuera candidato a la Presidencia de México.
¿Cómo llegó a ser Candidato
Colosio a la máxima magistratura federal?
En una de sus rutinas de
Salinas, mientras recorría el bosque mientras corría como rutina de ejercicio,
se encontró a Luis Donaldo quien citó en esa mañana para “correr”. Después de
analizar varias respuestas de Luis Donaldo Colosio decidió que era la persona
ideal para sucederlo en el poder por medio de una candidatura por el Partido
Revolucionario Institucional.
Salinas
a Colosio: “Córtate el pelo... no puedes comenzar tu campaña
greñudo”, fue la extraña forma de avisarle a Luis Donaldo Colosio que sería el
que representaría al PRI en las urnas.
Fue aquel 22 de marzo del
año de 1994, en aquella fecha, se sentía feliz en Culiacán, Sinaloa. Manuel
Camacho Solís se había bajado de la contienda para la candidatura del PRI a la
Presidencia de la República y con ese sentimiento viajó a La Paz, Baja
California, donde pernoctó.
Colosio realizó sus
actividades con absoluta normalidad, para de pronto, tener acercamiento con la
gente en la ciudad de Baja California, especialmente en “Lomas Taurinas” una
zona popular en donde la gente lo recibió muy bien y fue por primera vez que un
candidato tuviera demasiada aceptación y auge por parte del pueblo de México,
pues siempre se destacó por tener sentido humano y una amplia sensibilidad a
las causas sociales.
Luis Donaldo Colosio Murrieta,
fue Diputado Federal, Senador de la República, Presidente del C.E.N. del PRI,
Secretario de Desarrollo Social, entre algunos otros cargos.
El discurso pronunciado por
Colosio frente al Monumento a la Revolución Mexicana, en la Ciudad de México,
el 6 de marzo de 1994, en el aniversario del PRI, se considera como el
rompimiento con el entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari y
una revaluación de la política neoliberal. El mensaje de Colosio habla de un
México agraviado y en crisis, con hambre, con profundas diferencias sociales,
pero con la esperanza de transformaciones. Aunque Salinas de Gortari estuvo de
acuerdo con el contenido del discurso, el periódico El Norte de Monterrey
registraba las presiones hechas por el jefe de la oficina de la presidencia
José María Córdoba Montoya, para que renunciara. Córdoba Montoya desmintió la
versión y después del asesinato de Colosio, asumió un cargo en el Banco
Interamericano de Desarrollo, con sede en Washington, D.C., aparentemente con
la anuencia de Ernesto Zedillo. Córdoba Montoya tampoco sería juzgado o
siquiera investigado, durante el sexenio de Zedillo, por sus supuestas ligas al
narcotráfico en las conversaciones telefónicas filtradas a la prensa con Marcela
Bodenstedt (con la que Córdoba tendría un romance), una expolicía con nexos con
el cártel del Golfo de García Abrego.
En su discurso Colosio
pronunció frases que pusieron la piel chinita a la gente, de las cuales siguen
haciendo resonancia en el pensar de la población, entre ellas de las más
sonadas:
"Veo un México con
hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones
que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres
afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas
gubernamentales”
Sin duda eran palabras de
convencimiento pleno, un discurso con bastante sensibilidad y profunda sed de
hacer justicia por su pueblo, por eso la gente le seguía y apoyaban en su
campaña, pues fue un político que ovaciono y tenía una fuerza terremotencial.
A las 17:12 de la tarde,
cuando Colosio había caminado unos trece metros y medio en la explanada, uno de
los asistentes al mitin penetró el cerco de seguridad, puso un revólver Taurus
calibre .38 cerca del oído derecho del candidato y disparó. Un segundo disparo
alcanzó a Colosio en el abdomen, quien cayó al suelo inconsciente, sangrando de
la cabeza. En medio de la confusión, el grupo de seguridad capturó a un hombre
de unos 25 años, de complexión delgada, tez morena y pelo rizado, vestido con
pantalón de mezclilla y una chamarra negra.
Elementos de seguridad
levantaron a Colosio y lo llevaron hacia su camioneta. A las 17:20 el candidato
ingresó inconsciente al área de Urgencias del Hospital General de Tijuana. Se
«realizaron diversas maniobras encaminadas a tratar de salvar la vida del
paciente, pero médica y clínicamente era imposible por la gravedad de la lesión
en la cabeza. No obstante todos los esfuerzos humanos y médicos que se
realizaron, falleció Luis Donaldo Colosio», a las 18:55 horas, del 23 de marzo
de 1994.
Así fue como terminó aquel
escalofriante día, poniendo fin al proyecto de un gran político, con mucha
visión y trabajo por delante, con ganas de hacer de México una gran potencia.
A 25 años de su muerte, aún
siguen existiendo muchas incógnitas e interrogantes, pues en conclusión es un
caso que está lleno de bastante misterio.
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